En la Palabra
Lectura 2 Crónicas 32-33
En estos capítulos del segundo libro de Crónicas el autor relata brevemente
la amenaza asiria al reinado de Judá durante el tiempo del rey Ezequías y el
profeta Isaías. Se dice que Ezequías animó al pueblo a no temer la amenaza de
Senaquerib, con sus valientes taparon las fuentes de agua para que el ejército
asirio no tuviera que beber; hizo además espadas y escudos y fortificó el muro.
Sin embargo la amenaza Asiria hizo que Ezequías e Isaías buscaran al Señor
quien respondió a la oración y de una manera milagrosa los libró de la amenaza.
En este libro se dice que Ezequías se enorgulleció en su corazón porque la
gente le trajo regalos y las naciones reconocieron este hecho maravilloso de
ser librado de la amenaza Asiria. Ezequías enfermó y fue así que se humilló
ante el Señor buscándole una vez más. Pero Dios probó por última vez a Ezequías
con los mensajeros de Babilonia y Ezequías les muestra la grandeza de los
tesoros de la casa de Jehová. Después de la muerte de Ezequías reinó su hijo Manasés
quien hizo lo malo y ya hemos dicho que tal vez fue el peor rey de Judá. El
escritor de Crónicas dice que Dios envió a sus profetas para reprender a Manasés
pero este no escuchó y por ello vino la disciplina de Dios al llevarlo cautivo
por los asirios a Babilonia. Manasés se humilla y Dios lo libra y lo restaura a
Jerusalén donde aparentemente hizo reformas espirituales. Después de Manasés
reino Amón que al igual que Manasés hizo lo malo pero nunca se arrepintió.
En la Práctica
Algunas lecciones prácticas de esta lectura tienen que ver lo actitud de
Ezequías. Este pasaje revela un parte de Ezequías de la cual todos estamos en
peligro de caer, se llama orgullo. Después de la gran victoria que Dios le dio
y de la manera sobrenatural que el Señor derrotó a los Asirios, el pueblo envió
presentes a Ezequías y las naciones reconocieron su grandeza; en lugar de que
Ezequías diera gloria a Dios, la Biblia dice que se enalteció su corazón. La
enfermedad que le dio fue la manera en que el Señor le humilló. Ezequías se
arrepintió pero al ser probado con los enviados de Babilonia una vez mas parece
que se enalteció mostrando todos los tesoros de la cas de Jehová. Sabemos que
Isaías lo reprendió por este hecho y que finalmente los babilonios saquearon y
destruyeron el Templo.
En Manasés podemos ver una vez mas la disciplina que Dios trajo a este
rey malvado, fue llevado preso a Babilonia por los asirios y desde ahí invocó a
Jehová quien lo libró y restauró a Jerusalén. Es asombroso el cambio que la
Biblia relata de la actitud de Manasés quien quita los lugares altos, deja de
sacrificar a los ídolos y ofrece sacrificios a Dios; su hijo Amón fue un rey
malvado y nunca se arrepintió.
¡Que importante es que reconozcamos nuestras debilidades y en lugar de
gloriarnos en nuestras aparentes fortalezas, nos gloriemos en nuestras
debilidades para que repose el poder de Dios en nosotros! “El que piense estar
firme, mire que no caiga” (1 Co. 10:12) “Porque cuando soy débil, entonce soy
fuerte.” (2 Co. 12:10).
En la Oración
Señor, reconozco mi debilidad. Ayúdame a no confiar en mi mismo sino
confiar en tu poder y reconocerte en todos mis caminos. En el nombre de Jesús,
amén.
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