Thursday, August 22, 2013

Dios y la Depresión


Jeremías en el Cepo

La depresión de Jeremías
Jeremías 20

Alguna vez has pasado por una depresión. Esta semana con los jóvenes pedimos que el que quisiera compartiera el peor día de su vida. Animamos a que comenzaran con la frase: “si crees que has tenido un día malo quiero contarte…” Las cosas que compartieron fueron asombrosas, desde accidentes curiosos que tuvieron consecuencias negativas hasta experiencias de racismo que han sufrido en la escuela y les desaniman.. Sin embargo, al leer Jeremías 20 nos dimos cuenta que hasta los grandes hombres de Dios han sufrido depresión.
El caso del profeta Jeremías es sorprendente porque él fue obediente a la Palabra de Dios y habló lo que el Señor le dijo dando su mensaje al pueblo de Judá. Sin embargo, el pueblo no quiso escuchar y, como el mismo Jeremías dice, cada vez que anunciaba el mensaje del Señor, le venía violencia y destrucción. Jeremías era criticado, señalado, abusado, fue apresado, golpeado y acusado de mentiroso. ¿Te imaginas cómo se sintió Jeremías por hacer la voluntad de Dios estaba en sufriendo encadenado en el cepo”? A veces por obedecer a Dios nos metemos en problemas pero podemos hacer la diferencia en el reino de Dios.
Lo que aprendemos de Jeremías es que el desanimo es algo que todos llegamos a padecer, en mayor o menor grado. También aprendemos que Jeremías expresó a Dios su frustración, tal como se sentía y llegó a decir que no volvería a hablar la Palabra de Dios (20:7-10). Pero finalmente vemos que Dios es quien tiene el control y aunque Jeremías quiso resistirse, la Palabra de Dios fue como un fuego dentro de el que no pudo resistir (v.9). Jeremías describe su experiencia en medio de su depresión diciendo:
11 Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.

Oración:
Señor gracias que tu conoces nuestros caminos, nada está oculto ante tus ojos. Tú sabes lo que siento, tú sabes cómo me siento en todo tiempo. Pero gracias por tu Palabra poderosa que has puesto en mi corazón y gracias por tu Espíritu que me da vida. Tu eres Señor mi poderoso gigante quien me has dado la victoria sobre mis enemigos. Bendito seas por Jesucristo, amén.