En la
Palabra
Lectura: Jeremías 18-22
El Señor envía a Jeremías a casa del alfarero
donde ve a este forado una vasija que se le deformó en las manos, pero la
volvió a formar. Jehová le dijo a Jeremías que el pueblo era como el barro y
Jehová es como el alfarero, el los puede volver a formar, sin embargo el pueblo
no se arrepiente, al contrario quieren seguir confiando en sus ídolos y yendo
detrás de las imaginaciones de su corazón. Por medio de la ilustración de una
vasija que Jeremías rompe delante de los ancianos del pueblo, les anuncia que Dios
hará lo mismo destruyendo al pueblo.
Los dirigentes de Judá, los sacerdotes y
falsos profetas se molestan contra Jeremías y traman matarlo. Por ello Jeremías
se deprime y hasta llega a decir que ya no va a hablar la Palabra de Dios, y
aún que mejor le hubiera sido no haber nacido. Sin embargo no pudo resistir el
fuego de Espíritu y la evidencia de que Dios se levantaba como poderoso gigante
contra lo que le perseguían (20:11).
Finalmente llegó el juicio y los babilonios
sitiaron la ciudad. El rey mandó consultar a Jeremías quien le dijo que Dios
los entregaría en manos de los babilonios.
En la
Práctica
Cuántas veces te has sentido desanimado.
Generalmente nos llegamos a sentir desanimados cuando no estamos haciendo las
cosas correctas y sabemos que por ello no podemos encontrar satisfacción ni
gozo en la vida; pero, ¿qué pasa cuando estas haciendo la voluntad de Dios y
parece que todo te va mal? Así le sucedió a Jeremías, por anunciar la Palabra
de Dios recibió amenazas, fue apresado, abofeteado, etc. Llegó a decir: “no voy
a hablar más la Palabra de Dios.” Cuando comenzaba mi vida Cristiana, quería
decirle a todos lo que el Señor había hecho en mi vida y sin embargo gané
muchos enemigos, aún llegué a sentir que en mi propia casa estaba en contra de
mi (mucho de eso me lo gané por falta de sabiduría); pero llegó un momento que
me desanimé y aún pensé como Jeremías, “ya no voy a hablar la Palabra.” Pero
Dios que es tan misericordioso me llevó a este pasaje de Jeremías 20 y esa
Palabra fue tan evidente y poderosa para mi en ese momento que esta
constantemente presente en mi mente. “no obstante había en mi corazón como un
fuego ardiente metido en mis huesos, traté de sufrirlo y no pude…” ¡Gracias a
Dios que ha puesto su Espíritu en nuestro corazón y cuando Dios tiene un
propósito en nuestra vida, El lo va a cumplir! Gracias Señor.
En Oración
Gracias Señor por tu Espíritu Santo que has
puesto en mi corazón que me fortalece, que me enseña, que me da guarda. Gracias
porque tu te levantas como un poderoso Gigante en mi vida y en la de todo el
que te teme. Por Jesucristo, amén.
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