En la
Palabra
Lectura: Jeremías 38-40, Salmo 74,79
El rey Sedequías manda llamar en secreto a
Jeremías y le asegura que no lo matará por hablarle el mensaje del Señor.
Jeremías le confirma que Dios entregará a Jerusalén en a los Babilonios. Los
príncipes de Judá mandaron arrestar a Jeremías porque hablaba en contra de la
ciudad y hacía que el corazón de los hombres de guerra desfalleciera. Por ello,
lo pusieron en un pozo pero un etiope eunuco siervo del palacio lo sacó y quedo
preso en el patio de la cárcel hasta que Jerusalén calló. Cuando finalmente el
ejército de Babilonia entra a la ciudad de Jerusalén, el rey Sedequías y los
príncipes tratan de huir pero los babilonios los alcanzan y matan a los hijos
de Sedequías y a este le sacaron lo ojos. Nabuzadrán, el capitán del ejercito
de Babilonia dio tierras a los pobres y a Jeremías le dio libertad. Algunos
judíos se fueron a Mizpa con Gedalías quien fue puesto como gobernador por los
babilonios, entre ellos Jeremías.
En la
Práctica
En este pasaje podemos ver la reacción de los
príncipes de Judá ante el mensaje de Jeremías que afirmaba la caída de
Jerusalén los cuales lo quisieron matar y lo echaron en un pozo seco. ¿Qué
esperaban estos príncipes, que Dios los rescatara? Ciertamente tenían el
antecedente de que el Señor libró a Jerusalén milagrosamente cuando la amenaza
de los Asirios alrededor de 100 años antes, en aquel entonces Isaías profetizó
la liberación milagrosa que el Señor traería. Los falsos profetas durante el
tiempo de Jeremías hablaban un mensaje falso de libertad. Generalmente
preferimos escuchar mensajes de prosperidad, mensajes positivos que nos hagan
sentir bien y naturalmente resistimos a los mensajes que acusan nuestra
conciencia, que llaman al arrepentimiento y a un compromiso de santidad. Es
tiempo de escuchar la Palabra de Dios, de pedir a Dios que hable a nuestro
corazón y buscarle a él.
También llama la atención que Sedequías llama
en secreto a Jeremías y por temor a los príncipes no obedece la Palabra de
Dios. Nicodemo fue a buscar a Jesús de noche para que los fariseos no lo
vieran. Herodes mandó llamar a Juan el Bautista pero por temor a los invitados
a su fiesta cedió a la petición de su esposa de matar a Juan el Bautista por
acusarla de adúltera. Pilato reconoció que Jesús no tenía nada de que
condenarle pero por quedar bien con el pueblo cedió a la presión del pueblo y
entregó a Jesús a muerte. ¿Qué se puede decir de nuestras convicciones
espirituales? ¿Estamos dispuestos a actuar de acuerdo a nuestras convicciones y
obedecer a Dios o nos da temor glorificar a Dios por la crítica del mundo?
En Oración
Padre, tu eres bueno y tu misericordia es
para siempre. Gracias por tu Palabra que es viva y eficaz, que tu Palabra haga
una huella profunda en mi corazón y que pueda ser guiada por ella. Bendice tu
Palabra en mi vida, por Jesucristo, amén.
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