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En la Palabra
Lectura: Josué 5-8
Josué tuvo que circuncidar a los varones israelitas pues todos los que nacieron en el desierto no habían sido circuncidados. Celebraron la pascua en Gilgal (quitar la vergüenza) como Dios lo había mandado y comenzaron a comer del fruto de la tierra. Desde ese día dejó de caer el maná. Josué tuvo un encuentro con un varón con una espada desenvainada el cual dijo ser el Príncipe del ejército de Jehová. Josué se postró en adoración y como a Moisés, se le pidió que se quitara el calzado de sus pies.
Dios le dio a Josué la táctica por la cual derrotaría a Jericó; durante 7 días daría una vuelta con los sacerdotes al frente llevando el arca del pacto, le seguirían los soldados y al final siete sacerdotes con siete trompetas. En el séptimo día, darían siete vueltas y gritarían par que las murallas cayeran. así derrotaron Jericó.
El pueblo de Israel fue derrotado en por una pequeña ciudad llamada Hai. Acán un hombre de la tribu de Judá tomo un manto babilónico y un lingote de oro en Jericó y lo escondió en su tienda. Dios reveló a Josué este pecado y Acán y toda su familia fueron apedreados.
Habiendo lidiado con el pecado, el Señor entregó a Josué la ciudad de Hai, la cual fue destruida. Después de la victoria Josué construyó un altar en el monte Ebal para adorar a Jehová y leyó la ley delante de todo el pueblo (mujeres, niños y extranjeros).
En la Práctica
El Príncipe del ejército de Jehová no llegó para estar del lado de Josué, sino para tomar control de todo el ejército como el comandante. ¡Que importante lección! A veces pensamos que Dios está de nuestro lado y no debemos pensar así, El es el comandante de nuestra vida, el no viene a estar de nuestro lado sino a tomar control de nuestra vida. ¿Le has entregado el control de tu vida?
Jehová mandó que el pueblo no tomara nada de Jericó, el oro debía ser para el tesoro de Jehová. Sin embargo Acán, miró, codició, tomó y escondió un manto babilónico, cincuenta ciclos de plata y un lingote de oro. El pecado en nuestra vida comienza cuando vemos algo, lo codiciamos, después lo tomamos y finalmente lo queremos esconder. EL pecado nunca puede ser escondido, Dios siempre lo trae a la luz, la vergüenza y la derrota que esto causa en la vida son terribles, sobre todo cuando afecta a la familia. Si hay pecado en nuestra vida, podemos confesar, apartarnos y alcanzar misericordia; pero si lo escondemos no podemos prosperar (Pro. 28:13)
Hasta que enfrentemos y saquemos el pecado de nuestra vida, no podremos experimentar las grandes bendiciones y victorias que el Señor promete.
En Oración
Señor, como decía el salmista, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23-24). Te lo pido el nombre de Jesús, amen.
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