En la
Palabra
Jesús enseña acerca de aquellas cosas que
contaminan al hombre, no es lo que come sino lo que hay en el corazón. Los
religiosos juzgaban a los discípulos por no lavarse las manos conforme a la
tradición. Jesús los reprende diciendo que por sus tradiciones han invalidado
el mandamiento de Dios y les dice algo muy fuerte: “este pueblo de labios me
honre pero su corazón está lejos de mi” (Mat. 15:8). Una mujer cananea mostró
una fe inquebrantable y el Señor liberó a su hija que estaba endemoniada. Mateo
también registra una segunda ocasión en la que el Señor alimentó a una
multitud, esta vez se dice que eran mas de 4,000 personas.
Marcos además de los acontecimientos que
están en Mateo 15, narra también la sanidad de un hombre sordomudo apartándolo
de la multitud.
En la
Práctica
Una de las realidades más dolorosas que
encontramos en estos pasajes es que como en aquel entonces, hay muchas personas
religiosas que cumplen tradiciones y mandamientos de hombres pero que ignoran
la Palabra de Dios. Lo más triste es que piensan que esas tradiciones, ritos,
celebraciones, y demás agradan a Dios. Solo hay que ver lo que sucedió con Caín
y Abel. Caín pensó que si llevaba a Dios lo mejor de su cosecha Dios se
agradaría, pero no fue así, al contrario, la Biblia dice que Dios no miró con
agrado a Caín ni a su ofrenda. ¿Por qué? Porque Dios ha establecido que para
acercarse a él es necesario el sacrificio de un inocente. Desde entonces Dios
estableció que un animal cargaría con el pecado de la persona y moriría en su
lugar. Durante todo el Antiguo Testamento los sacerdotes tenían que ofrecer
sacrificios de animales y la sangre derramarla para cubrir el pecado del
pueblo. Todo esto señalaba al momento en que por un sacrificio, Dios perdonaría
para siempre el pecado de la persona que se acercara a él creyendo. Por eso fue
necesaria la muerte de Jesucristo. El libro de Hebreos (7-9) explican
detalladamente el significado de la muerte de Cristo en relación al Antiguo
Testamento. Ya no hay que presentar más sacrificios a Dios, ni mandas, ni
penitencias, ni ningún otro tipo de sacrificios, esos son mandamientos y
tradiciones que afrentan lo establecido por Dios. Hebreos 7:27 dice: “A
diferencia de los otros sumos sacerdotes, él (Jesucristo) no tiene que ofrecer
sacrificios día tras día, primero por sus propios pecado y luego por los del
pueblo, porque él ofreció el sacrifico una sola vez y para siempre cuando se
ofreció a si mismo.” ¿le estas ofreciendo a Dios lo que tu crees que le agrada
o lo que Dios te ha mandado?
En Oración
Padre celestial gracias por el sacrificio
perfecto de Jesucristo para perdonar todos mis pecados y hacerme libre del
poder del pecado en mi vida. En su nombre te agradezco, amén.
No comments:
Post a Comment