En la
Palabra
Lectura: Juan 9 - 10
El Señor encuentra a un hombre ciego de
nacimiento al cual sana. Los religiosos una vez más (con sus tradiciones)
juzgan a Jesús por sanar en sábado y juzgan al ciego considerándolo un pecador
por estar enfermo. Aun con la evidencia de un ciego viendo, los religiosos le
dijeron que Dios no escucha a los pecadores. Su respuesta es increíble: “si es
pecador, no lo sé, una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo” (9:25).
Lo que dijeron fue: “tu naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros?”
(9:34). El que había sido ciego terminó creyendo en Jesús pero expulsado de la
sinagoga. En el capítulo 10 el da el discurso del Buen Pastor, en el se
presenta como el que da su vida por sus ovejas. Las ovejas de Jesús escuchan su
voz y le siguen, y Jesús las conoce y les da vida eterna y no morirán jamás.
En la
Práctica
En este pasaje el Señor presenta la tercera y
cuarta de las frases “yo soy” (1. Yo soy el Pan de Vida y le da de comer a una
multitud. 2. Yo soy la luz del mundo y hace ver a un ciego.) 3. Yo soy la
puerta de las ovejas y 4. Yo soy el Buen Pastor quien dio su vida para abrir el
camino nuevo y vivo hacia Dios a todos los que creen en El. La historia del
ciego tiene grandes aplicaciones practicas para nuestra vida. La Biblia nos
enseña que el ser humano en su condición natural, es decir sin Jesucristo, está
en tinieblas en ceguera espiritual. Todas las personas estamos en tinieblas
espirituales hasta que recibimos la luz de Jesús (“Aquella luz verdadera que
alumbra a todo hombre venia a esta mundo “ Jn.1:9, “Yo soy la luz del mundo”
Jn.8:12), y tenemos la responsabilidad de creer. Al ciego de la historia el Señor
le dijo, ve y lávate en el estanque de Siloé. El ciego tuvo que creer que si
hacia eso sería sanado, tuvo fe, fue a lavarse y recibió la vista. Jesucristo dijo:
“el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no vendrá a condenación
mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). El hombre creyó en Jesús y le adoró
aunque fue expulsado de la sinagoga. Sus padres por el contrario, tuvieron temor
de ser expulsados de la sinagoga y no testificaron de lo que Jesucristo había hecho
por su hijo. El día que recibí a Jesucristo como mi Salvador, tuve una lucha interior
porque les había dicho a mis amigos que nunca iba a ser cristiano como mi hermano,
sin embargo el amor de Dios mostrado en la cruz y el ofrecimiento de perdón de
pecados y vida nueva era mas valioso que mi orgullo. Le entregue mi vida al Señor
Jesús y el me dio su perdón y una vida nueva. Como el que fue ciego, así vi la
luz de Jesús.
En Oración
Señor gracias por tu amor por nosotros y por
mostrarnos tu luz. Por Jesucristo, amén.
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