Tuesday, September 4, 2012

El Sello del Espíritu Santo


En la Palabra
Lectura: Ezequiel 9 - 12

En la visión del capítulo 9, Ezequiel ve a seis varones que ejecutan juicio; uno de ellos era un varón vestido de lino al cual se le hizo que pusiera una marca en la frente a todos los que se lamentaban por el pecado en la ciudad. Después los otros varones pasaron matando a todos los que no tenían la marca. Aunque Dios destruiría la ciudad y esparciría al pueblo, hace una promesa de congregarlos nuevamente pero esta vez quitarían todas sus idolatrías y abominaciones; además Dios les quitaría el corazón de piedra y les daría un corazón de carne y pondría espíritu dentro de ellos para que pudieran andar en sus ordenanzas. Pero los que anduvieran bajo sus propios corazones, tras la idolatría y rebeldía de su corazón, Dios traería sus propios caminos sobre sus cabezas. El Espíritu llevó a Ezequiel a la tierra de los Babilonios, donde estaban los cautivos y ahí anunció la Palabra que Dios le había dado.

En la Práctica
La visión de la del juicio de los culpables y la marca de los que se arrepienten, nos recuerda la salida del pueblo de Israel de Egipto, donde todos aquellos que pusieron la sangre del cordero de la pascua sobre los marcos de las puertas de sus casas y en las ventanas no sufrieron muerte. Igualmente nos recuerda de los sellados que no van a ser guardados durante la Gran Tribulación cuando las langostas que suben del abismo tienen autoridad para dañar a los moradores de la tierra que no tuvieran el sello de Dios. Pero la marca más maravillosa que nos recuerda este evento en Ezequiel, es la del sello del Espíritu Santo que han recibido todos los que han oído y creído el mensaje del evangelio. Cuando el Señor Jesús regrese por su iglesia, todos los que tengan el sello sarán llevados con el Señor.  ¿Tienes el sello del Espíritu Santo en ti? Si no estás seguro, pídele a Dios que te selle con su Espíritu; ¿qué tienes que hacer? Pídele perdón tus pecados y confiesa que Jesucristo murió por tus pecados, que El pagó la deuda que tu no podías pagar. Invítalo y recíbelo con tu Señor y Salvador y llénate de su presencia cada día alimentándote de su Palabra (la Biblia) y hablando con El en oración. También congrégate en una iglesia que predique la Palabra de Dios.

En Oración
Gracias Padre por laa salvación y por darme seguridad por medio del sello de tu Espíritu en mi vida que he recibido por la fe en tu Hijo Jesucristo y en su Nombre te alabo, amén.

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