En la Palabra
Lectura: Ezequiel 23-24
Con una larga lista de las abominaciones que han cometido tanto Israel
(el reino del norte) como Judá (el reino del sur), el Señor hace una analogía donde
compara a Israel y Judá como dos hermanas que se prostituyeron y se entregaron
a sus amantes egipcios; después no contentas con ello Israel, a la que llama
Ahola (habitación de ella) fornicó con los asirios. Su hermana Jerusalén a la que
llama Aholiba (mi habitación en ella) viendo el ejemplo de la mayor deseó con
lujuria a los asirios, y babilonios. El Señor las sentencia, y esos
mismos pueblos con los que fornicaron fueron los que las destruyeron.
En la Práctica
Con esta ilustración tan vívida, el Señor nos enseña un principio de
vida; aquellas cosas que son injusticia y pecado que aparentemente son
deseables, finalmente son las que nos destruyen. Pensemos en la lujuria, un hombre
que comienza deseando una mujer que no es su esposa y luego comienza a ver
pornografía termina siendo adicto a ella; y finalmente destruye su vida. Piensa en una
persona que ama el dinero, el dinero destruye su relación con todos a su
alrededor porque piensa que todos le están robando o le van a pedir. Piensa en una persona que busca relajarse con
el alcohol, al poco tiempo el alcohol lo controla y no pasará mucho tiempo que
pierda a su familia y aun sus posesiones. Lo mismo sucede con las drogas y
otros placeres. Las buenas noticias es que Jesucristo vino a poner en libertad
a los cautivos. Si estás preso en algún mal hábito, si estás hundido en la
desesperación a causa del pecado, clama al Señor y encuentra perdón y una vida nueva en
Jesucristo.
En Oración
Señor gracias porque tu Palabra nos muestra de diferentes maneras
nuestra condición delante de ti. Gracias por el perdón y la nueva vida que se
encuentra en Jesucristo. Amén
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