En la Palabra
Lectura: 2 Samuel 8-9, 1 Crónicas
18
David derrotó a los filisteos,
los moabitas, al rey de Soba e hizo a los sirios tributarios, es decir tenían
que pagar impuestos a David. El escritor dice: “7 Y Jehová dio
la victoria a David por dondequiera que fue…15 Y reinó David sobre todo Israel; y
David administraba justicia y equidad a todo su pueblo” (1 Cr. 18:7).
David busca a algún descendiente de
Saúl para mostrarle misericordia. Encontró a un hijo de Jonatan llamado
Mefi-boset quien estaba cojo. David lo hizo que desde entonces comiera con el
en su mesa.
En la Palabra
Podemos ver en David al hombre
conforme al corazón de Dios, era humilde, reconocía sus errores, consultaba a
Jehová y Dios le daba victoria sobre sus enemigos. David gobernó con justicia y
equidad. ¿Tu crees que sea difícil ser un hombre o una mujer conforme al
corazón de Dios? En las palabras del Señor Jesús podemos decir que un hombre o
una mujer conforme al corazón de Dios es aquel / aquella que toma su cruz cada
día y lo sigue. A nadie nos gusta reconocer nuestros errores, siempre nos
justificamos. Eso fue lo que heredamos de Adán y Eva. Nuestro llamado es ser
como Cristo, y crucificar al viejo hombre. ¿Qué tan humilde eres? ¿qué tan
dispuesto estas a reconocer tus errores y no justificarte?
En la historia de David y
Mefi-boset podemos ver lo que es la gracia y la misericordia. La costumbre de
un nuevo rey era eliminar a toda la descendencia del antecesor (a veces aun de
su propia familia). Saúl había sido injusto con David y aún así David no busco
venganza sino mostrar misericordia con los descendientes de Saul. Mefi-boset
estaba cojo y por lo tanto era indigno, de acuerdo a la tradición, de sentarse
en la mesa del rey. David lo lleva a vivir como uno de sus hijos y lo hace
sentar en su mesa. ¿Te has puesto a pensar que esto mismo hizo Dios con
nosotros? Éramos por naturaleza enemigos de Dios, sin embargo nos adoptó como
hijos suyos y nos ha sentado en lugar celestiales con Cristo (Efesios 1). ¡Que
grande es la misericordia de Dios!
En Oración
Muchas gracias Señor por tu
misericordia, porque me has adoptado hijo tuyo y me has hecho sentar en lugares
celestiales con Cristo. Me has llamado a ser como tu hijo. Ayúdame a ser
humilde, a reconocer mis errores y vivir de acuerdo a tu Palabra, en el nombre
de Jesús amén.
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