Un Fuego Constante en el Altar

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En la Palabra

Lectura: Levítico 5-7

Moisés define lo que es el pecado involuntario, es decir, hacer algo sin saber que es una ofensa a Dios. Sin embargo, el desconocimiento no quita la culpa. La persona que pecaba tenía que presentar una ofrenda de expiación. Igualmente tenía que presentar ofrenda expiatoria por el pecado voluntario.

No solamente el hombre puede pecar contra Dios, sino que también puede cometer faltas en contra de su prójimo. Dios establece leyes de sacrificios por pecar en contra del prójimo.

A los sacerdotes les da instrucciones acerca del holocausto, era un sacrificio que se quemaba en el altar pero el fuego debía estar encendido toda la noche. El fuego del altar nunca debía de apagarse.

Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. (6:12)

En la Práctica

Cada uno de los detalles de los sacrificios son importantes. Ya hemos visto como Dios espera que lo que El establece se cumpla tal y como El lo manda. Para nosotros tal vez parezca un tanto complicado cada detalle de la ley de los sacrificios; y lo es, sin embargo creo que podemos aplicar en nuestra vida lo que el apóstol Pablo pidió en Romanos 12:1; presentar nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable  a Dios que es nuestro culto racional. Con lo que hemos aprendido de la lectura de Levítico, nos damos cuenta lo que el Señor considera un sacrificio agradable, es decir, un sacrificio que cumpla con todo lo que El ha establecido. Además, el fuego del altar del sacrificio que siempre debía estar encendido habla de nuestra devoción constante a Dios. Es verdad que muchas veces estamos tentados a flaquear, nuestro cuerpo se siente cansado para levantarse temprano para estar en la presencia de Dios. Son muchas las distracciones y muchas las obligaciones; pero no hay cosa mas importante en la vida de un creyente dedicado, que estar en la presencia del Señor.

Como sacerdotes, que Jesucristo nos ha hecho, animémonos unos a otros a mantener el fuego de nuestro altar encendido.

En Oración

Padre, quiero mantener el fuego de mi altar encendido para llevar vivir de una manera agradable delante de tu presencia para la gloria de tu nombre. Necesito sabiduría cada día de mi vida para enfocarme en lo que es importante y ordenar mis prioridades. en Cristo te lo pido, Amén.