Alabnza a Jehová

En la Palabra
Lectura: Salmo 134; 146-150

En medio de la alegría por la terminación del templo en Jerusalén, de la colocación del arca en el lugar santísimo en el templo y la presencia de Dios inundando el lugar con su gloria, el salmista invita a alabar a Dios. Los últimos cantos del libro de los almos es una constante alabanza a Dios. Razones para alabar a Dios hay muchas aún a la creación se le invita a alabar al Creador.

En la Práctica
Dios nos creó para la alabanza de su gloria (Efesios 1:6). Si alguna vez te has preguntado cuál es el propósito de tu vida; la respuesta la puedes encontrar en la lectura de los salmos de éste día. Dios nos creó para si mismo, para que le conozcamos y le alabemos. David se deleitaba en el tiempo que pasaba en la presencia de Dios para alabarle; se deleitaba alabando a Dios en diferentes áreas y etapas de su vida. La alabanza a Dios no solo son cantos sino una vida que anhela la presencia de Dios y desea hacer su voluntad.
En el salmo 146 el salmista lo declara de la siguiente manera:  Alaba, oh alma mía, a Jehová. Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva. No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación… Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios, el cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre…” En el salmo 148 continúa diciendo: “Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas…”
¡Que Dios tan maravilloso tenemos! Pero no solo es un Dios poderos, misericordioso que sana a los quebrantados de corazón y perdona los pecados. Es un Padre amoroso que día a día anhela una relación con nosotros. ¡Busquemos a Jehová y adorémosle! “Alaba, oh alma mía a Jehová”

En Oración
Bendito Padre que estás en el cielo, quiero alabarte en este día por todas tus maravillas, porque eres un Dios que perdonas la maldad y sanas el corazón quebrantado. Tu eres el Creador de todas las cosas y nuestra esperanza está en ti. Bendito seas por Jesucristo, así sea.