Friday, July 6, 2012

La Trampa del Orgullo


En la Palabra
Lectura: 1 Reyes 14, 2 Crónicas 25

Estos capítulos describen brevemente los reinados de Amasías rey de Judá, su triunfo ante los edomitas por seguir la palabra de Jehová, pero también su enorgullecimiento al desafiar la palabra de Dios y retar a Joás rey de Israel. Su orgullo lo llevó a ser derrotado por Joás y que este derrumbara la muralla de Jerusalén y saqueara el oro, la plata y los utensilios de la casa de Jehová además de llevar prisioneros a los hijos (aparentemente del rey Amasías). Joás rey de Israel murió y fue sepultado en Samaria, su hijo Jeroboam reinó en Israel. Aunque Jeroboam hizo lo malo a los ojos de Jehová, el Señor una vez mas en su fidelidad tuvo compasión y salvó a Israel por mano de Jeroboam conforme a la palabra que habló el profeta Jonás.
En Judá hubo una conspiración contra Amasías y lo mataron e hicieron rey a su hijo Azarías que era de dieciséis años.

En la Práctica
Una vez mas vemos en Amasías la terrible experiencia de la obediencia a medias. Comenzó obedeciendo la Palabra de Dios y aún perdió el dinero con el que había pegado a los mercenarios de Israel. Las palabras del hombre de Dios deben resonar en nuestro corazón constantemente: “en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar… Jehová puede darte mucho más que esto.” (2 Cr. 25:8-9).
La razón por la desobediencia fue el enorgullecimiento en su corazón después que derrotó a los edomitas. Una gran victoria seguida de orgullo resulta en una gran derrota.
Que peligrosa y engañosa es esta combinación; la pudiéramos resumir así:
La obediencia parcial (que es desobediencia) produce orgullo que lleva finalmente a la derrota. Muchas veces somos tentados a enorgullecernos pensando que somos mejores que otros, más espirituales, más inteligentes, tenemos mejores cosas, tenemos más dinero,  tenemos mejor carro, mejor cas, somos mejor parecidos, etc. La pregunta es cómo te ve Dios. Dios resiste al soberbio, pero da gracia al humilde.

En la Práctica
Señor, quiero ser obediente a tu Palabra y sabio para no permitir el orgullo en mi corazón. Lléname de tu presencia que la necesito cada día en mi vida. Por Jesucristo, amén.

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