En la Palabra
Lectura: Miqueas 1 – 7
El Señor sigue mandando a sus profetas a
hablar advertir al pueblo del juicio venidero.
Hay quienes únicamente piensan en las riquezas y oprimen a los pobres.
Aún los profetas hablan por dinero, los jueces juzgan por cohecho, los
sacerdotes enseñan por precio y lo peor es que se apoyan en Jehová (3:11-12)
En medio de esta corrupción es necesario que
el Señor intervenga con poder para purificar de esa corrupción, por ello, Dios
anuncia el reinado justo del Mesías. En el capítulo cinco profetiza con lujo de
detalle el lugar donde nacería el Cristo, Belén de Judá. ¡Que maravillosa y
exacta es la profecía Bíblica!
También el Señor anuncia que aunque serán
llevados cautivos, el Señor los librará de Babilonia.
En los últimos dos capítulos de Miqueas,
habla de la restauración y la adoración que resultaría del arrepentimiento
genuino del pueblo. Miqueas lo presenta como una escena en un juicio. El Señor
entra en juicio y pone su queja y les recuerda que El fue quien los sacó de Egipto
y quien los guardó aun cuando les querían hacer mal. El pueblo se da cuenta del
mal que ha hecho y del justo enojo del Señor y se pregunta: ¿Cómo podré
acercarme al Señor? Ellos pensaban en los rituales de los sacrificios de los
animales pero el Señor les recuerda el requisito para acercarse a El es la
humildad.
En la Práctica
Ese era un tiempo de crisis moral y
espiritual del pueblo. Dios envía a un profeta cuyo nombre significa “quien
como Jehová.” Tristemente estamos viviendo en días semejantes, la gente vive
para ellos mismos, para saciar sus deseos haciendo ídolos en sus corazones,
codiciando plata, placer y poder. Aun los sacerdotes, los pastores, los
profetas que igualmente han dejado que la prosperidad llene sus corazones en
lugar de la santidad. Lo que buscan es dinero y no devoción.
El Señor llama al arrepentimiento porque el
traerá destrucción. El problema del pueblo no era que Dios no hablara, sino que
ellos no escuchaban. ¿Estás escuchando la voz del Señor que te habla a través
de su Palabra? Es tiempo de hacer justica, amar misericordia y humillarnos
delante de Dios. (6:9) Podremos decir como Miqueas:
¿Qué Dios
como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad?
No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. 19 Él
volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y
echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados. (7:18-19)
En Oración
Gracias por tu misericordia, porque aún cuando
tu pueblo peca contra ti, eres paciente y es tu amor la que nos guía al
arrepentimiento. Gracias por perdonar mi pecado, porque lo has sepultado en el
fondo del mar y nunca mas te acordarás de ellos. Bendito seas Dios de mi
salvación, por Jesucristo, amén.
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