Jeremías en el Cepo |
La depresión de Jeremías
Jeremías 20
Alguna vez has pasado por una depresión. Esta semana con los jóvenes pedimos
que el que quisiera compartiera el peor día de su vida. Animamos a que
comenzaran con la frase: “si crees que has tenido un día malo quiero contarte…”
Las cosas que compartieron fueron asombrosas, desde accidentes curiosos que
tuvieron consecuencias negativas hasta experiencias de racismo que han sufrido
en la escuela y les desaniman.. Sin embargo, al leer Jeremías 20 nos dimos
cuenta que hasta los grandes hombres de Dios han sufrido depresión.
El caso del profeta Jeremías es sorprendente porque él fue obediente a
la Palabra de Dios y habló lo que el Señor le dijo dando su mensaje al pueblo
de Judá. Sin embargo, el pueblo no quiso escuchar y, como el mismo Jeremías
dice, cada vez que anunciaba el mensaje del Señor, le venía violencia y
destrucción. Jeremías era criticado, señalado, abusado, fue apresado, golpeado
y acusado de mentiroso. ¿Te imaginas cómo se sintió Jeremías por hacer la
voluntad de Dios estaba en sufriendo encadenado en el cepo”? A veces por
obedecer a Dios nos metemos en problemas pero podemos hacer la diferencia en el
reino de Dios.
Lo que aprendemos de Jeremías es que el desanimo es algo que todos
llegamos a padecer, en mayor o menor grado. También aprendemos que Jeremías
expresó a Dios su frustración, tal como se sentía y llegó a decir que no volvería
a hablar la Palabra de Dios (20:7-10). Pero finalmente vemos que Dios es quien
tiene el control y aunque Jeremías quiso resistirse, la Palabra de Dios fue
como un fuego dentro de el que no pudo resistir (v.9). Jeremías describe su
experiencia en medio de su depresión diciendo:
11 Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me
persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera,
porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.
Oración:
Señor gracias que tu conoces nuestros caminos, nada está oculto ante tus
ojos. Tú sabes lo que siento, tú sabes cómo me siento en todo tiempo. Pero
gracias por tu Palabra poderosa que has puesto en mi corazón y gracias por tu
Espíritu que me da vida. Tu eres Señor mi poderoso gigante quien me has dado la
victoria sobre mis enemigos. Bendito seas por Jesucristo, amén.