En sus muchos discursos, en medio de las
acusaciones injustas, sufriendo física y emocionalmente, Job llega un punto en
que declara: “mientra haya vida en mi y aliento divino en mi nariz, mis labios
no pronunciarán maldad alguna, ni mi lengua proferirá mentiras” (27:3-4). ¿Sería
que Job estaba al punto del quebrantamiento, donde podría abrir la boca para
maldecir a Dios? ¿Alguna vez has llegado a un punto donde tus circunstancias
parecen llevarte a un punto donde sientes que te vas quebrar y puedes llegar a
pronunciar maldiciones? Por que no determinar en nuestro corazón, como Job, que
mientras haya aliento en nosotros no solo no pronunciaremos maldad sino que
alabaremos a Dios.
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