El título de este blog parece una contradicción
en si misma, y en un sentido lo es, pero creo que refleja al pueblo en su
incredulidad ante la segura Palabra de Dios. Pensar que el pueblo no creyeó a Dios, para
nosotros resulta increíble.
Moisés tenía una doble labor, convencer a
faraón que dejara ir al pueblo y convencer al pueblo de que confiaran en Dios
quien les daría libertad. ¿Qué sería más difícil? ¿El corazón duro de faraón o
la incredulidad del pueblo de Israel? En Éxodo 6:6-7 el Señor les da esta
palabra a Moisés:
Así
que ve y diles a los isrealitas: “Yo soy el Señor, voy a quitarles de encima la opresión
de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud: voy a liberarlos con gran
despliegue de poder y con grande actos de justicia. Haré de ustedes mi pueblo;
y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la
opresión de los egipcios.
Con esta Palabra de Dios para los israelitas,
cualquiera diría que confiarían en ella; sin embargo el relato dice: “Moisés
les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de
su esclavitud ellos no le hicieron caso.” (v.9)
¡Qué increíble! Pero parece que esto es algo
muy común en el corazón del hombre. El problema del pueblo es que se había
acostumbrado a la esclavitud, no tenían esperanza, estaban desanimados y habían
sufrido mucho. Tal vez por todo ello, pensaban que su situación nunca podría
cambiar. Pero estaban en los propósitos del Señor Todopoderoso y lo que para
los hombres es imposible, para Dios es posible. Podemos confiar en la Palabra
de Dios, esto es la fe Bíblica; si Dios lo dice en su Palabra, puedes creerlo.
Es increíble que seamos incrédulos.
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