Lectura: Romanos 4 - 7
Pablo continua su argumento para demostrar que Dios justifica por la fe
y no por las obras. A través del ejemplo de Abraham, Pablo dice que Abraham fue
justificado cuando creyó a Dios y no por la circuncisión. “Justificados, pues,
por la fe, tenemos paz para con dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
(5:1). Por esta esperanza padecemos
pruebas que producen paciencia y esta a su vez esperanza, que “…no avergüenza
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos fue dado” (5:5). “Dios muestra su amor para con nosotros en que
siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (5:8). Pablo también explica
que la ley fue dada a causa del pecado y por ello el pecado abundó (porque
donde no hay ley, no se inculpa de pecado). Pero donde abundó el pecado, ahí
también sobreabundó la gracia de Dios. Los que hemos muerto al pecado por la fe
en Cristo, ya no podemos vivir en pecado. Fuimos muertos con Cristo, nuestros
pecados fueron sepultados con Cristo; y así como Cristo resucitó así también
nosotros comenzamos una vida nueva en la fe de Jesucristo. “Así también
ustedes, considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro” (6:11). En el capitulo 7, Pablo presente un argumento
maravilloso en cuanto a la esclavitud a la ley. Ya fuimos libertados de la
esclavitud a la ley, ahora en lugar de llevar fruto para la carne (que era
nuestro amo), ahora podemos llevar fruto para Dios. Pablo aclara que no es que
la ley sea mala, al contrario, el santa, justa y buena, pero lo la ley que es
para vida, al desobedecerla, se convierte en muerte. Por ello es inútil confiar
en las obras de la carne, porque aunque se desea hacer lo bueno, encontramos
que hacemos lo malo que no queremos; Jesucristo nos libra de esa maldición.
En la Práctica
Esta sección del libro de Romanos es poderosísima, recuerdo cuando la leí
por primera vez, como un recién convertido; cuando me comprendí que así como antes
servía al pecado con todo mi ser, con todos mis miembros; ahora así puedo
servir a Dios, con todo mi ser, con todos mis miembros. Antes no me avergonzaba
de vivir una vida en pecado, ahora no me avergüenzo de vivir una vida para
Dios. Antes llevaba fruto de la carne para muerte, ahora puedo llevar fruto de
justicia para Dios. Pablo deja en claro que no podemos confiar en nuestra
carne, sino en Jesucristo que nos libra de la esclavitud a la carne por medio
de su Espíritu. ¿Alguna vez, como cristiano, has confiado en tu carne? Esta es
una tentación constante en mi vida, puedo confiar en mis estudios, en mis
capacidades, en mi preparación, en mi apariencia, en mis posesiones, en tantas cosas;
pero Pablo nos recuerda que no podemos confiar nada en la carne, sino depender
completamente del Espíritu. ¡Considerémonos muertos al pecado pero vivos para
Dios!”
En Oración
Padre gracias por recordarme de mi fragilidad y de tu poder. Ayúdame a
depender en todo momento de ti, y no confiar en mis propias fuerzas. Gracias
por tus bendiciones y que sean para tu gloria, en el nombre de Jesús, así sea.
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