En la
Palabra
Lectura: 2 Corintios 10 - 13
Pablo había escuchado que los Corintos decían
que en carta Pablo era rudo pero en persona era muy manso, sin embargo Pablo dice
que el pudiera usar esa osadía o rudeza pero que no lo quería hacer, además,
sus armas no eran carnales sino espirituales y poderosas en Dios. Los
Corintios, como en otras iglesias, estaban siguiendo a falsos maestros y Pablo les
dice que así como la serpiente engañó a Eva, así se estaban extraviando de la
fidelidad a Cristo. Algunos desacreditaban el trabajo y apostolado de Pablo,
por ello, en esta segunda carta defiende su ministerio y como prueba da los sufrimientos
que había padecido por causa del evangelio y, aunque no quería exaltarse, relató
un incidente donde fue llevado al tercer cielo; pero de la misma manera reveló que
el mismo padecía de un “aguijón en la carne, un mensajero de Satanás que lo abofeteaba”
para que no se gloriara. Tres veces le pidió al Señor que lo quitara de él y las
tres veces el Señor le dijo: “bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona
en tu debilidad.” Pablo anuncia que iría visitarlos y no sería gravoso para la iglesia
(no les pediría que lo sostuvieran económicamente), pero les pide que se
examinaran ellos mismos para ver si estaban en la fe.
En la
Práctica
La prueba para Pablo del verdadero apostolado
son los sufrimientos por Cristo. Pablo había fundado la iglesia de Corinto, había
dejado ancianos pero llegaron algunos falsos maestros y comenzaron a atacar el
ministerio y las enseñazas del apóstol. Por ello, Pablo defiende su ministerio
y llega a decirles que el mismo fue llevado al tercer cielo donde vio y escuchó
cosas que no podía describir. Cualquier persona se puede exaltar por ello, aún
el mismo apóstol, por lo cual le fue dado un agujón al que él mismo llama “un mensajero
de Satanás.” Muchos han tratado de identificar cual era el agujón; si embargo
no lo sabemos. Esto es importante porque cada uno de nosotros podemos
identificarnos con Pablo. ¿Has tenido momentos en que te has querido exaltar? Recuerda
que para mantenernos con los “pies en la tierra,” el Señor ha dejado debilidades
en nuestra vida para que dependamos en todo momento de él. ¿Cuál es tu debilidad?
¿Cuál es tu aflicción? Recuerda que aunque muchas veces te parezca una maldición,
Dios la permite para que dependas de él y para que experimentes su poder en ti.
“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad.” Esas son
las Palabras del Señor, no solo para Pablo, sino para ti y para mi en este día.
En Oración
Señor, gracias porque en tu amor y misericordia
me permites experimentar debilidad, para que pueda depender de ti y
experimentar tu poder. Por Jesucristo, amén.
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