Lectura: 1 Corintios 9 -11
Pablo enseña a la iglesia de los derechos que
tiene como apóstol herradero de Jesucristo y sin embargo no abusa de ello para
no poner tropiezo a los hermanos, específicamente se refiere a vivir de las
ofrendas de las iglesias. EL mismo hace una pregunta: “Cuá pues, es mi
galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de
Cristo, para no abusar de mi derecho de el evangelio” (9:18). El objetivo y la
misión de Pablo no era la prosperidad sino salvar las almas (v.22). Después de
todo el esfuerzo y sufrimientos que había pasado, no iba a exponer su
ministerio por obtener ganancias monetarias, aunque fueran justas. Pablo pone
el ejemplo del pueblo de Israel para que la iglesia de Corintio no hiciera lo
mismo, ellos codiciaron cosas malas, fueron idolatras, inmorales, murmuradores
y tentaron al Señor. Pablo exhorta a la iglesia a huir de todas estas cosas y
dice que no pueden participar de la copa del Señor y la copa de los demonios.
Aunque todo es permitido, Pablo dice que ahora se puede elegir lo que es bueno
y edificante. Finalmente en el capítulo 11 da algunas instrucciones acerca (no
tanto del vestido de la mujer sino) del orden que Dios creó y la
funcion del varón y la mujer (aunque en Cristo no hay diferencia v.11). En
este capítulo Pablo, igualmente, enseña cómo se debe celebrar y tomar (no dejar
de tomar) la Cena del Señor.
En la
Práctica
En este pasaje hay mucha enseñanza muy
necesaria para la iglesia y sobre todo para los llamados “apóstoles” que pasan
de iglesia en iglesia pidiendo “ofrendas.” El sábado escuché un breve
devocional donde compartieron algo tremendo; si el Señor Jesús regresara y
entrara en muchas iglesias, diría “ustedes han hecho de la casa de mi Padre una
cueva de ladrones.” Estas son palabras muy duras, pero, ¿no es verdad que se
pone más énfasis en la prosperidad que en el perdón de pecados.” El evangelio
ya no es “por cuanto todos pecaron…” sino; “Dios quiere que seas rico…” Como
diría el profeta Hageo: “meditad en vuestros corazones…” El capítulo 11 donde
habla acerca del vestido de las mujeres; creo que nos dejamos llevar por los
detalles del vestido y dejamos de lado la enseñanza del pasaje; Dios ha
establecido funciones tanto para el hombre como la mujer. No es que el hombre
sea superior a la mujer o que la mujer no sea capaz de llevar el liderazgo.
Conozco muchas mujeres muy capaces, sin embargo, es evidente en la Palabra de
Dios que Dios estableció un orden: En la misma Trinidad hay un orden, y ninguna
de las Personas de la Trinidad es inferior a otra. Las tres personas de la
Trinidad tienen las mismas capacidades, pero hay un orden establecido: Dios es
la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza del varón, el varón es cabeza de la
mujer. En nuestra cultura donde se persigue la igualdad de los sexos (en lo
cual estoy de acuerdo), es difícil, casi inaudito, hablar de que hay un orden
establecido por Dios. Hay personas que se molestan y buscan la manera de
reinterpretar estos pasajes, que son muy claros, en cuanto al orden que Dios
establece. Por otro lado, está el otro extremo, el que usa estos pasajes para
enseñorearse de una posición. Nuestro modelo debe ser la Trinidad; Padre, Hijo
y Espíritu Santo, una relación de igualdad en cuanto a atributos, pero ordenada
en cuanto a función.
Finalmente, Pablo exhorta a tomar, siempre, la Cena del Señor, pero el requsito es examinarse a uno mismo, pedir perdón y reconciliarse con el Señor. El Señor anhela que siempre estemos en comunión con él, por ello murió. Examinémonos pues, nosotros mismos, y tomemos del pan y de la copa.
Finalmente, Pablo exhorta a tomar, siempre, la Cena del Señor, pero el requsito es examinarse a uno mismo, pedir perdón y reconciliarse con el Señor. El Señor anhela que siempre estemos en comunión con él, por ello murió. Examinémonos pues, nosotros mismos, y tomemos del pan y de la copa.
En Oración
Señor, danos sabiduría para vivir de acuerdo
a tu Palabra y no de acuerdo a nuestros deseos. Por Jesucristo, amén.
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